Belleza transparente
Si uno vive en la belleza, menosprecia su valor.
Si uno se aleja de la belleza, la olvida.
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Seguramente, la belleza existe en algún lugar
entre el menosprecio y el olvido.
(Xisco Fuster)
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Cuestión de energías
Da igual si crees en dioses o no. En las iglesias se abren las almas de quienes las visitan y las almas abiertas de algunos arquitectos tocan de verdad el cielo.
Iglesia de San Cristóbal Sur de Bogotá
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Las vueltas
Hay en el amor entre dos personas una reciprocidad de energías que se alimentan mutuamente.
A veces, la coincidencia en el menosprecio de estas energías puede tranformar el amor más apasionado en una indiferencia dolorosa, también mutua, desintegradora por todo lo que la memoria recordará de las energías de los amantes cuando estaban vivas.
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¿Pero qué demonios es una fotografía?
Aquí va el link hacia un artículo interesante, práctico e inspirador sobre la fotografía de hoy en día. Está publicado en Jotdown, de El País. Escrito por Raúl Cazorla.

Jugando con el agua y la luz
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Mallorca
La belleza.
Si vives en ella, encoge sin darte cuenta,
olvidas dialogar con ella
y tu fortuna se diluye.
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Para empezar, el cielo.
No se trata de ver más allá de las nubes, sino en ellas,
no se trata del sol, sino él,
no se trata de creer que hay más luz de la que sientes,
sino de sumergirse en ella,
comprender algo tan sutil como inadvertido por aquellos sumidos en el ruido,
el ruido en la “gran” ciudad,
sin él se creen solos sus domesticados habitantes.
De la misma manera que un pez desconoce qué es la sequía,
el de la gran ciudad come ruido para llenar la panza
y satisfecho dice: la belleza está dentro de las personas.
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¿No hay belleza en el exterior de las personas?
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El sol todo lo baña en Mallorca con su húmedo tacto amarillo,
se vierte en los olivos, se derrama en los suelos de cereales, de tierra negra bajo las encinas,
se exalta en los pliegues del mar o el las flores de los almendros en invierno, aun después de la nieve y durante ella.
La belleza tiene nombre.
El azul cobija y arrulla, lanza tu alma más allá de lo que sabes.
Mediterráneo,
arenas blancas de sus playas, el mar, azul cobalto, aguamarinas, la calma, el silencio
mirar adentro y sentir el abismo rosa, el rumor del silencio.
Ponte ahí, en el mirador de Na Foradada, en Deià, al lado de lo que ves en la foto, mira el mar
y siente la belleza
dentro. Y fuera.
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Antidisturbios bellas
Pues uno imagina que un agente del orden debe aparentar una agresividad suficiente como para que, si un delincuente se altera con el ánimo puesto en romper el orden y crear disturbios, al ver a un agente del orden sin escotes y sin cara de pretenter ligar contigo, se amilane y deponga su actitud agresiva.
Pero.
Estas agentes forman parte de la tercera línea de defensa (iba a escribir ataque, no defensa) de la policía de Bogota. Los policías antidisturbios más rudos se encontraban frente a los comercios de la calle 13 con la avenida Caracas en los que la policía realizaba registros para ver si una vez más decomisaba armas y objetos robados puestos a la venta en estos comercios.
Y uno pasa caminando ante la formación de agentes uniformadas con esos trajes “ya me puedes dar que yo te daré más fuerte”, en la tercera línea, y ve a esas mujeres lindas (que nadie se atreva a calificar este escrito como sexista, porque solo lo parece, no es) y comprende la paradoja. ¿La belleza de esas mujeres perfectamente maquilladas, con los ojos pintados y peinados excelentes, va a luchar imponente contra la delincuencia?
Cuando uno se da cuenta de que sí, de que así es, se dice (al menos yo me lo digo) que la belleza no solo es un arma, sino que además aleja los temores que pueden infundir esos trajes “ya me puedes dar que yo te daré más fuerte” a aquellos que pasan cerca de la tercera línea de defensa (iba a escribir ataque otra vez).
También imaginaba cómo sería verlas en acción. Las imaginaba efectivas. Con sus bellas armas y sus bellos escudos. Me preguntaba si sus uñas lucirían igual de espléndidas, y sin correrse el rímel después de defender el orden con sus golpes.
Aunque eso de ver el grupo sanguíneo de cada una de ellas anunciado en le casco me daba a pensar que la belleza tendría que vérselas muy duro con la posible aparición de alterados ciudadanos tratando de defender sus derechos violentos… (¿La violencia es un derecho?).
Fotografías copyright Xisco Fuster
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La belleza según la arquitecta Anupama Kundoo
Extraído de la entrevista en Buena Vida, El País 14-09-2015
¿Qué es para usted la belleza?
Algo que trasciende lo banal, que tiene la capacidad de evocar una consciencia más alta. Y parte esencial de una buena vida. En los últimos años nos hemos estado comportando como si la belleza fuera algo superficial, así que incluso la gente se siente un poco culpable al hablar sobre la falta de belleza en los entornos. Pero la belleza es algo muy profundo, es elegancia, gracia, cultura… Tengo un amigo en Japón que me contó que allí hasta las bolsas de basura se anudan con cuidado, con arte. La belleza es consciencia.
¿Y cómo se puede aplicar esa belleza a la arquitectura?
Si los arquitectos creamos un tipo de belleza en sentido profundo, podemos ayudar a sacar a las personas de la miseria. Si estás en un espacio bello puedes sentirlo automáticamente. Es poderoso, te mueve, no puedes dejar de notarlo o que no te importe. La belleza atrae al espíritu.
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La belleza del baile entre bestias
Uno de pronto se deja llevar por la aventura y se presenta, porque sí, en una ciudad de los Llanos Orientales, Villavicencio, en Colombia. Una ciudad en zona caliente, las temperaturas rondan habitualmente los 40 grados. Los ciudadanos se remojan en piscinas y en ríos y en piscinas naturales (así llaman a las pequeñas ampliaciones a lo ancho y a lo hondo de alguno de los muchos riachuelos esparcidos como venas al aire libre que riegan la piel del llano).
Si uno pasea por la ciudad de Villavo (llamada así cariñosamente a Villavicencio), observa en algunos monumentos la pasión por el Coleo. Justo el día de mi visita se celebra el 19 Mundial de Coleo, con participantes de México, Venezuela, Colombia…
El Coleo consiste en rememorar el anciano ejercicio de derribar a los toros o novillos que se escapan de la manada en el llano para capturarlos. Dos jinetes montados en ágiles caballos. Uno guía y el otro, tomando al toro de la cola, lo derriba.
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Uno es europeo y no está acostumbrado a estas lides (además soy español, y sí, los toros son para una minoría; de hecho hay varias ciudades de España declaradas oficialmente antitaurinas).
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Lo asombroso para el visitante no solo es la pasión de las gentes por el derribo casi artístico (e indoloro) de las bestias, sino además, la pasión con que los asistentes escuchan a Reinaldo Armas, montado en su caballo, micro en mano, cantando en la manga y emocionando a un público que lo corea.
Junto a mí, en la grada, una joven canta con él y llora, se le revuelve el alma, y su novio contiene la emoción, lo ves serio, con la mirada fija en el paladín del canto, pero tiembla por dentro.
Y te dices: ni los toros ni los caballos ni el señor Armas van conmigo.
Sin embargo, la pasión, el desenfreno sublime de las emociones, se tiende a un lado y otro de la manga. Y uno se siente bien. Se trata de otra manera de ser feliz, la suya, la de las personas que sienten la fiesta; y la mía, la del observador que se deja llevar por las sensaciones que emanan de otro planeta.
Fotografías (excepto la primera del póster) copyright Xisco Fuster
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Sorpresa
Uno va paseando por la descabellada Bogotá (que nadie se enfade, maldita sea, entre ruidos y aglomeraciones y trancones uno apenas respira cuando pasea por la calle) y de pronto, en la calle 92, una calle con un paseo central arbolado divino, se encuentra con lo que aparece en la imagen.
No solo alguien se ha molestado en dar vía libre a un artista anónimo, sino que además ha permitido la extravagancia de dejarle ser genial y, además, le ha puesto un foco para que destaque frente a la obra del edificio cuando las oscuridades empapan los sortilegios de la ciudad.
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Usa la inteligencia
A veces no es necesario elucubrar soluciones magistrales. A veces solo es necesario buscar la belleza.
Hace dos décadas le pregunté a Miquel Riera, joven arquitecto, hijo de arquitecto del mismo nombre:¿por qué construís en nuestra ciudad edificios tan feos? Él claro, no se esperaba una pregunta tan directa. Sin embargo, aun recibiendo despechadas respuestas habitualmente, es un método que suele obtener la verdad como respuesta. No es porque no queramos construir edificios bonitos, sino porque no hay dinero para la belleza, me respondió. Uno sigue atacando. Hay que seguir haciéndolo hasta que… Sí, pero, ¿qué os cuesta diseñar una pequeña filigrana, algo que distinga al edificio que construís de un mazacote simple? Y claro, la respuesta seguía siendo la misma: el dinero.
Con el paso de los años, he descubierto que el dinero, a pesar de que en muchas ocasiones existe, no se destina a procrear belleza.
Y ganas no faltan, empezando por las ganas de los arquitectos, muy empeñados no solo en estudiar la matemática que sostenga sin caerse las estructuras, sino también y muchas veces sobre todo, en mejorar el ambiente que nos rodea.
Visita la página de Choi+Shine para saber más del proyecto
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No es nada fácil
Esperar y estar al tanto, con un objetivo que pesa más de un kilo, al acecho, esperando al bichito, más grande que una abeja, sí, pero con un movimiento loco, rápido… Lo más difícil no es cazarlo en una foto, no, porque tú aprendes sus movimientos y lo pillas, tarde o temprano lo acabas pillando, pero… ¡Enfócalo! Y encuádralo, ahí esta el gran reto. Y cuanto más cierras el encuadre…
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Siempre puedes dar un paso más
En la creación fotográfica es imprescindible ir un paso más allá. O quizá dos. A veces tres.
Uno va con su móvil o con su cámara y pasea y ve cosas y se asombra y va y les dispara. ¡Mira qué foto! Bien. Pero la belleza muchas veces no se encuentra en un instante, sino en un viaje más allá de lo espontáneo.
Los helechos, por ejemplo, (y sin ánimo de entrar en el absurdo sinsentido del arte conceptual), los helechos engendran un crecimiento interesantísimo. Nacen de un rollo marrón anaranjado y luego se multiplican hacia los lados y se multiplican en hojas. Observar este proceso y después pulirlo con las luces adecuadas en cada rincón de la foto, es lo que lleva a conseguir algo más que una foto casual.
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Xisco Fuster, photographer
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