Fotografía Arquitectónica para ilustrar el libro “El río que corre”.
El río del que habla el título se refiere al río San Francisco, ahora sustuituido por una calle, la calle 13, la Avenida Jiménez de Quesada, con el nombre del fundador de la ciudad de Bogotá.
Es un libro histórico y contemporáneo en el que se recogen reprografías de fotografías de antiguas publicaciones (hospedadas en la Biblioteca Luis Ángel Arango, del Banco de la República), ejecutadas por mí, y fotografías de edificios modernos, que tuve el inmenso placer de fotografiar. Un viaje por el pasado y el presente.
Página doble en el inicio del libro. Muestra el Edificio Monserrate y una seña del Eje Ambiental, el canal proyectado por el famoso arquitecto colombiano Rogelio Salmona que emula el antiguo paso del río.
Créditos del libro. A la derecha, foto del Eje ambiental proyectado por Salmona en el que destaca el edificio que alberga la librería de la Universidad de los Andes. La fotografía arquitectónica a veces requiere de unas buenas caminatas para resaltar los aspectos más destacados de un edificio y su entorno.
El río San Francisco, de Bogotá, antes de sumergirse en las entrañas de la ciudad. En la fotografía arquitectónica, la luz que ilumina los edificios y los paisajes, en este caso haciendo emerger tonos amarillos y verdes intensos de las hojas de los árboles, la pone la propia Naturaleza. Sin sol, las fotos quedan grises y con los volúmenes desmarcados. Algunos objetos no pueden iluminarse con un flash. Es necesario esperar a que el sol salga, a veces durante días.
La reproducción de fotos y diseños gráficos de una revista antigua conlleva varias razones técnicas. Las letras y los dibujos deben verse nítidos. Y las fotografías deben mostrar la trama de la revista antigua, pero sin imponerse por encima del placer de mirar las fotos en el libro y sin los colores amarillentos producto del paso del tiempo. A la izquierda, anuncio de Kent. A la derecha, foto de la visita de Kennedy, el presidente de los Estados Unidos, a Bogotá y su paso por la Avenida Jimenez, en diciembre del año 1961.
Doble página dedicada a la Universidad de los Andes. A veces resulta doloroso para un fotógrafo que no todas sus imágenes se impongan al lector con el tamaño idóneo.
La fachada de la Academia Colombiana de la Lengua resultó muy difícil de fotografiar, pues la verja que impide sacar límpia la fachada (y el enorme árbol que se encuentra enfrente) está solo a dos metros y medio de la estatua. Si uno se acerca mucho al objeto arquitectónico tiende a sacarlo informe, no solo por las deformaciones de las lentes del gran angular abiertas al máximo, sino también por la perspectiva que, en este caso, oculta las partes más elevadas de la construcción.
Doble página dedicada al edificio Bicentenario. Con mucho espacio por delante. Fácil de fotografiar si uno sabe esperar el momento oportuno.
Ciertas fomas enrevesadas, como la del edificio del Hotel Continental, que hace chaflán y uno de los lados es curvo, convierten la fotografía arquitectónica (que siempre busca las líneas rectas, las verticales y sus perpendiculares) en un reto a veces complicado de solucionar. Los diseñadores del libro, Tangrama, han sabido plasmar en la doble página la arogancia de esas líneas arquitectónicas donde las dos fotos parecen jugar a complementarse en un abrazo perfecto hacia el lector.
Doble página dedicada a la iglesia San Francisco, frente al que corría el río San Francisco, en pleno corazón de la ciudad antigua.
Este es uno de los edificios que se dejan fotografiar sin pena. Son grandes, con espacios despejados desde donde es fácil encuadrarlos. Doble página dedicada a la Escuela Central de Artes y Oficios e Instituto Técnico Central.
Al final del libro, un resumen del resto de edificios que forman parte de la historia de la Avenida Jimenez de Quesada.
Fotografiar estos edificos de Bogotá ha representado un placer para mí, aun a pesar de los tediosos permisos que había que solicitar en un número indeseable de ellos. Tal y como dijo Shakespeare, “todo está bien si acaba bien”. He aprendido nombres y secretos históricos que muchos bogotanos desconocen. Este trabajo me ha permitido conocer mejor la ciudad y su evolución a la modernidad, sus nubes y los movimientos del sol, un sol que al mediodía proyecta las sombras por debajo de los objetos, de tal manera que uno puede observar a las palomas de la Plaza Simón Bolívar caminando sobre el suelo con las sombras agazapadas bajo ellas, gracias a un sol cenital perfecto.
Xisco Fuster, photographer
Working around the world
HERMOSO,,,,,,QUERIDO XISCO….UN ABRAZO
Xisco, creo que ha valido la pena el esfuerzo y su tenacidad para lograr la edición de este libro que se diferencia de muchos otros sobre Bogotá.
Felicitaciones.
Que buen libro Xisco felicitaciones! sabes en dónde se puede adquirir? Creo que durante la fototón en BLAA estuviste mostrando varios ejemplos que ahora aparecen impresos en el libro, me gustaría tenerlo en mi biblioteca.
Muchas gracias. La verdad es que no sé donde lo puedes adquirir. En Panamericana estoy casi seguro que sí. Si no, llama a los editores: Fundación Amigos de Bogotá. ¡Suerte! Un saludo