Cuando te llama una pintora para que reproduzcas su obra, entras de lleno en el terreno de las perfecciones.
La foto debe verse perfecta en su textura, claro, pero también deben verse exactos los colores. Además, la obra de Alice Morse es a veces solo blanca, con moldes y grietas que se dibujan a sí mismas con las sombras que se producen.
Por ello, cuando las iluminas para fotografiarlas, no puedes hacer que estas grietas parezcan mayores ni menores de lo que son. Ya sabes, si le das una luz dura, la grieta o la moldura se vuelven severas. Si te quedas corto, la moldura desaparece.

Me detuve a ver la autonomía de las grietas y la de las molduras en un ambiente de luz natural e intenso. Luego copié la luz justa y la distribuí de manera homogénea en la superficie.
También es importante el fondo en el que se presentan las obras. Nunca me ha gustado el gris. Sin embargo, el gris era el color más amable con la obra de Alice Morse.

Las esculturas representaron otro reto. Esculturas blancas. De nuevo el volumen de sus piezas lo determinaba la luz. Si me pasaba de luz o me quedaba corto, la fastidiaba. Necesitaba mostrar con sinceridad las fotmas naturales creadas por la artista.
La reproducción no solo debe ser exacta, debe ser también fiel a las intenciones del artista. Es decir, no te dedicas a jugar con sus piezas para crear tu obra fotográfica, sino que debes esmerarte en copiar lo que ves: su volumen, sus colores, sus grietas, sus molduras y, por encima de todo, lo que la pintora ha querido mostrar.
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